Viajar a Fuerteventura
Fuerteventura te descubre un auténtico oasis sobre el Atlántico. Blanca y luminosa, la isla extiende sus inmensas playas de arena dorada y brillante junto al azul turquesa de unas aguas transparentes que hacen sentir al visitante en el paraíso, quien disfrutará del sol y del mar en lugares de ensueño, donde perderte y olvidar el tiempo.
Fuerteventura casi llana, se distingue de las otras Islas Canarias, ya que en sus 1.700 km2 la altura máxima se encuentra localizada en la cordillera de Jandía, en el Pico de la Zarza, con 807 m de altura; al ser la isla más antigua, es la que se encuentra más erosionada.
Su capital, Puerto del Rosario, se sitúa en la costa oeste; allí se encuentran tanto el puerto comercial y pesquero como el Aeropuerto que se encuentra a unos 6 km al sur, donde arriban vuelos procedentes de las otras islas y algunos charter; se puede llegar por mar procedente de los puertos de las otras islas.
Conocida como la Isla tranquila, es la segunda en extensión del Archipiélago, ofrece paisajes muy singulares, como la mítica Montaña Tindaya, a quienes los aborígenes atribuían propiedades mágicas y que hoy conserva importantes vestigios de aquellos pobladores; o sus llanuras onduladas, salpicadas por centenarios molinos de gofio, la harina de cereales tostados que todavía en estos días es ingrediente esencial de exquisitos platos isleños.
El mayor atractivo turístico de Fuerteventura son sus largas y soleadas playas, que ocupan algo más de la mitad de su extenso perímetro; el color de sus arenas va desde el blanco inmaculado al negro azabache, pasando por el dorado intenso, lo que contrasta con el rojo anaranjado o violeta de sus montañas. Estas son producto de las erupciones volcánicas que dieron lugar al surgimiento de la isla.
Pequeños pueblos y caseríos costeros llenos de sabor y tradición muestran su arquitectura más típica de blancos muros, junto a iglesias, ermitas, castillos y una red de museos que acompañan en un interesante paseo por la historia de esta isla llena de tesoros y amante de la artesanía, calados, cestería, madera, barro…
En las zonas portuarias, sobre todo en las localidades pesqueras de Corralero y El Cotillo, en la costa norte, el viajero podrá degustar excelentes platos de pescado. El auge turístico de la isla ha propiciado la proliferación de clubes nocturnos, bares de copas y algunas discotecas de pequeña escala.
En cuanto a rutas de excursión, existen cuatro fundamentales. La del norte parte del Puerto del Rosario, pasa por Tetir y Matilla, hasta llegar a la Oliva. En este pueblo, aparte de su iglesia, de indudable valor arquitectónico, se encuentra también la Casa de los Coroneles, vetusto edificio de indudable valor en cuanto a sus artesonados y tallas en madera de balcones y puertas.
El recorrido hacia poniente parte de la localidad norteña de El Cotillo, de allí se va a Lajares, desde ese punto se llega al más importante núcleo turístico de la isla. El Parque Natural Dunas de Corralejo. A muy poca distancia está el islote de Lobos, al que se llega en pocos minutos en embarcaciones.
La ruta sur, que bordea gran parte de la costa, recorre el litoral desde Puerto del Rosario a Punta Jandía, el punto más extremo al suroeste de la isla, esta excursión ofrece la posibilidad de contemplar las más variadas y extensas playas y calas.
La ruta interior del centro proporciona la oportunidad de visitar los pueblos de Antigua, a 23 km de Puerto del Rosario, Tuineje y Gran Tarajal, un importante núcleo urbano en el que destaca su playa de arena negra. De regreso por Tuineje, se puede visitar Pájara, un municipio con un hermoso litoral y una bonita iglesia. A pocos kilómetros al norte se halla la Vega de Río Palmas, en cuyo paraje se encuentra el santuario de la Virgen de la Peña, patrona de la isla. Unos 5 km más adelante esta el conjunto histórico-monumental de Betancuria, una villa compuesta por casas arracimadas que aún conservan en puertas y ventanas rasgos góticos y renacentistas, esta pequeña población fue la capital de la isla hasta 1834. |
